Carlos Lozano
Nacido en la Ciudad de México el 21 de abril de 1942, Carlos emprendió un viaje que lo llevaría desde el estudio de la arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hasta el cautivador mundo del arte.
Reconocido por su excepcional dominio de la expresión cromática, ha dejado una marca indeleble en el panorama artístico. Su obra, caracterizada por una dinámica interacción de composición, forma y color, a menudo se describe como "Brutalesco", reflejando el poder crudo y la vitalidad inherente en sus creaciones.
Carlos Lozano pintó Telluride, el lugar donde expuso su obra por primera vez en los Estados Unidos.
Estilo y escuela
La suya es una manifestación pictórica autodidacta, "llena de empastes, de color, de materia". Él las define como "salidas de sentimiento artístico",
plasmadas en un lenguaje de emociones, pensamientos e imaginaciones, en las que se desenvuelve en completa libertad.
Enfrenta el tema, el color, la impronta, la textura, "con todo su ser", con total entrega y "de manera brutal". Y aunque no tiene intención de comprometer su estilo particular, está en el proceso de pulir la escuela Brutalesco en forma y color, para que pueda ser mejor apreciada.
Después de casi diez años, confirma que sigue siendo un artista autodidacta, pero ahora ve más con los ojos de la mente. La gente ha respondido. Le encanta observar la reacción del público cuando miran sus obras por primera vez. ¿Cómo podría olvidar a un grupo de señoras que se fueron gritando y gesticulando después de ver un Cristo rojo en su exposición en el edificio del Casino Español? Fue fascinante.
En cuanto a técnicas, se siente cómodo con lápices, pasteles y acrílicos. Sin embargo, hay un elemento crucial: "Para mí está muy claro que llega un momento en el que necesito añadir algo pesado... Eso, para mí, es la pintura al óleo. Los óleos le dan a la obra un peso específico que no tiene igual".
Hoy en día
La vida continúa. Este nuevo período de su vida lo encuentra maduro pero con el alma de un niño. El primer período de su actividad pictórica, dice, fue uno ingenuo. Ahora, la transformación lo ha tomado por sorpresa: de la anonimidad al escrutinio público, de un amor secreto a una pasión a plena luz... la vida cambia.
Lo que no cambia y nunca dejará ir es el tesoro que ha encontrado: la paz mental. ¿Quién habría insinuado, después de ver al Brutalesco en su máxima expresión, Lozano confirma esto en un bello y absoluto paradigma: "He vivido una vida agitada. Ahora he encontrado paz en la pintura".